Martha Bárcena metió a la Casa Blanca en la sucesión mexicana | Carlos Ramírez

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La embajadora eminente Martha Bárcena se ha convertido en un riesgo de seguridad nacional para el gobierno mexicano: su confrontación resentida contra el canciller Marcelo Ebrard no es personal, sino que representa una acción política en contra de unos de los tres precandidatos oficiales a la presidencia de la República.

Fracasada su intentona de desplazar al secretario de Relaciones Exteriores y ocupar su lugar como parte de maniobras de interés del área demócrata de la Casa Blanca, la embajadora se hizo visible de manera ostentosa en el grupo político operado por la alianza Coparmex-Claudio X. González-INE y su articulación de intereses con el grupo opositor del PRI-PAN-Partido de los Chuchos, es decir, ella y sus relaciones estratégicas con la comunidad política de Estados Unidos se metieron en el proceso de sucesión presidencial mexicano de 2024.

La declaración del presidente López Obrador en una mañanera colocando a la embajadora eminente en el espacio de la oposición fue el indicio de que la exfuncionaria y su esposo Agustín Gutiérrez Canet –tío de la esposa del presidente– estarían tratando sobresaltar el proceso de selección del candidato presidencial de Morena que el presidente de la República ha venido conduciendo de manera personal.

La embajadora eminente Bárcena participó de manera visible en el grupo de élite conservadora que configuró Claudio X. González con exfuncionarios de alto nivel del Gobierno de López Obrador y que hoy están en la oposición militante, y estuvo no solo en un tramo de la marcha a favor del INE del 13 de noviembre, sino también en un lugar significativo durante el discurso del exconsejero presidente electoral José Woldenberg como vocero del Señor X en el Monumento a la Revolución. Esa aparición en un acto político contra el presidente López Obrador significó un realineamiento político de la embajadora en la construcción de un frente diplomático contra la sucesión presidencial de Palacio Nacional.

Estos comportamientos de la embajadora eminente de Bárcena entrarían en el escenario de los riesgos de seguridad nacional por el nivel de información privilegiada a nivel de Estado y de Gobierno a la que ella tuvo acceso como embajadora de México ante el Gobierno de Estados Unidos durante el tramo final de la Presidencia de Donald Trump y apenas duró unos días en la presidencia de Joseph Biden. El caso de la embajadora Bárcena podría ser una versión del francés Joseph-Marie Córdoba Montoya como un riesgo de seguridad nacional en el primer círculo salinista por su origen extranjero.

En la declaración de la diplomática en retiro dándole la razón al exsecretario estadounidense de Estado Mike Pompeo sobre las revelaciones de acuerdos secretos de Estados Unidos en la crisis de migrantes significó un primer paso que le abrió la puerta a los intereses estratégicos, de inteligencia y de seguridad nacional de la Casa Blanca en el proceso de sucesión presidencial mexicana por afectar con opiniones unilaterales el posicionamiento del secretario mexicano de Relaciones Exteriores.

El cargo de embajador(a) de México en EU es una posición estratégica de primer nivel porque tiene que ver con las relaciones mexicanas de seguridad con el poderoso y dominante imperio del norte y por lo tanto hubo de tener acceso a información privilegiada y hasta secreta que en estos momentos puede darse por sentado que ya está en las áreas de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos y que pudiera de muchas maneras conducir a comportamientos estratégicos de la Casa Blanca contra el presidente de México para influir en la designación del candidato presidencial mexicano.

Una de las características que debe tener todo diplomático mexicano es justamente la capacidad de discreción y de comprensión de que toda su información, desde opiniones hasta reflexiones y comportamientos, estarían aportando información privilegiada que EU podría con habilidad transformar en inteligencia y desde luego impactar en la definición y el enfoque de la política exterior americana contra –no con— México. Por lo tanto, las declaraciones críticas de la embajadora eminente Bárcena contra Ebrard pudieran ser producto de un resentimiento amargo por haber fracasado en su intentona de llegar a la titularidad de la cancillería, pero todas sus afirmaciones y posicionamientos tienen que ver con la seguridad nacional de México en la relación con el imperio estadounidense.

Queda también el dato de que la embajadora desplazada siguen manteniendo contactos informativos con sectores importantes del Partido Demócrata en Estados Unidos que están interesados en influir en la designación del candidato mexicano.

Política para dummies: La política es seguridad nacional.

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