Se acabaron las fiestas de la Guelaguetza en las cuales se invirtieron más de 77 millones y se recuperaron 5.
Importantes fechas que nos recuerdan parte de nuestra identidad y nos hacen sentir aún más orgullosos de ser oaxaqueños.
Claro no faltaron los "artistas" devaluados que quien sabe por qué insisten en traer, con el garlito de promover algo que se recomienda solo.
Los invitados especiales fueron todo menos eso, un sequito de gente nice con su legión de niños malcriados, muchos de ellos rayando en lo grotesco y hasta idiotas, eso sí acompañados de sus nanitas.
Invitados mal educados que al llegar tarde y hasta con el perico solo pusieron en predicamento a Paco Maldinado, Chiporra y uno que otro come cuando hay que estaban de acomedidos, y de paso causaron molestia al resto del público.
El verdadero pueblo tendrá que esperar para disfrutar de su fiesta.
Esta vez los lugares de lujo se vaciaron antes, ante la incontinencia de muchos de sus ocupantes.
La verdad no podemos esperar mucho de quienes ven a la máxima fiesta étnica de Latinoamérica como una fiesta de disfraces.
