Jonrón a López Obrador, ¡viene la venganza!: Horacio Corro Espinosa

no me veras

Algunos historiadores dicen que el presidente más carismático que ha tenido el país, fue Adolfo López Mateos. Se presentaba en las corridas de toros o en las peleas de box, y la gente lo recibía con aplausos. Ningún otro presidente ha sido bien recibido en estadios o en eventos públicos populares.

Díaz Ordaz, fue abucheado en 1970, en la inauguración de la Copa del Mundo de futbol. Lo mismo pasó con Miguel de la Madrid, en el Estadio Azteca, lo abuchearon antes de que comenzara un encuentro de fútbol. Ambos presidentes sufrieron el mismo malestar ante miles y miles de gargantas que los repudiaban.

Los abucheos a Díaz Ordaz, eran por la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, y las mentadas contra Miguel de la Madrid, fueron porque su gobierno había mostrado un desinterés total ante la destrucción del sismo del 19 y 20 de septiembre de 1985.

Los priístas de entonces, ante su soberbia de poder, no entendían las críticas y las protestas contra sus presidentes.

López Obrador, tuvo la intrepidez de presentarse a inaugurar el estadio de Alfredo Harp Helú, porque tenía la seguridad de que el pueblo bueno y sabio estaba con él.

Digan lo que digan, Andrés Manuel, sigue siendo el mismo priísta de siempre: intolerante, fanático de sí mismo, lépero e igualado. Su rabia apareció cuando dijo “la porra del equipo fifí”, a la que seguirá pitcheando para “derrotar a la mafia del poder”.

El Presidente de México no tiene control sobre sí mismo, así ha sido desde niño. Se peleó con su familia y con toda la gente que lo ha rodeado. Dicen sus paisanos tabasqueños que uno de sus pleitos de niño, fue cuando mató a uno de sus hermanos, aunque en el libro de Jorge Zepeda Patterson, titulado “Los suspirantes 2018”, por si no lo has leído, dice que el hermano tenía la pistola en las manos, y que ésta, al resbalar de sus manos, se disparó la bala, misma que le atravesó la cabeza. El malo de la película, para el señor López, siempre ha sido el jefe de “la mafia del poder”, Carlos Salinas de Gortari. Su guerra de siempre ha sido contra Diego Fernández de Cevallos. También ha peleado con algunas empresas, integrantes de la “mafia del poder”, ellas son Televisa y Tv Azteca. Se peleó con Peña Nieto, con Rafael Moreno Valle, con Jesús Zambrano, con la Marina, con el Ejército, con la revista Proceso, La jornada, Reforma, Excélsior, con Mancera, mandó al diablo a todas las instituciones de México, se peleó con Cuauhtémoc Cárdenas, con Miguel Barbosa, quien posiblemente sea el candidato de Morena al gobierno de Puebla, y con muchos otros más.

Lo único que sabe hacer el Presidente de México, y lo hace muy bien, es dividir a todos, como lo está haciendo con los mexicanos.

Y lo que sabemos todos, se peleó con los que le mentaron la madre en el estadio de los Diablos Rojos. Aseguró que se trata de “la porra fifí”, y sentenció todavía: “vamos a ponchar a la mafia del poder”. Eso de que va a terminar con la mafia del poder, sólo lo creen los poco enterados. No creo que termine con Televisa o Tv azteca, cuando él mismo dijo hace dos o tres mañaneras, que son sus amigos, y es cierto, porque los tienen su gabinete.

Tal vez sean irrelevantes los abucheos del sábado, pero el mismo presidente les dio a esas expresiones el nivel de una evaluación popular. Se le revirtió lo que él mismo estableció contra los gobernadores contrarios a su partido, quienes fueron abucheados en sus mismas entidades. López Obrador sembró abucheos y cosechó abucheos. Ojalá le sirva de lección, aunque no creo que deje su lenguaje de odio, porque ayer en la mañana volvió a arremeter contra los medios. Dijo que ha puesto adjetivos a la “prensa fifí”, porque existe la “prensa fifí”. y es la que se dedica a calumniarlo a él y a su gobierno.

Ay nanita la ratita, ¡qué miedo!

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