Parafraseo el título de la obra de John Kenneth Turner. El periodista que vino a México a principios del siglo pasado y cuyo reportaje se publicó en 1909 en The American Magazine y, el mismo año, en forma de libro con el título de “México bárbaro”.
Turner vino a nuestro país haciéndose pasar por un empresario que quería conocer el estado de la situación en vista de sus intereses de inversión... En realidad vino para reportear una de las partes más lamentables de la historia de México, la situación de esclavismo y exterminio en contra de los indígenas yaqui en el Valle Nacional de Oaxaca, en las plantaciones de tabaco.
Sobre todo, por entonces aquel reportero anunciaba una especie de contradicción entre el mexicano apacible, generoso, honorable, educado, digno, como era la generalidad de los mexicanos entonces -13 millones de mexicanos en el territorio nacional, por aquella época- y aquellos que son capaces de infringir dolor a otros seres humanos; una actitud, ésta, extrema que saciaba el instinto envenenado del poder político y económico de muchos, entonces...
El tema sigue vigente. Aunque en otro sentido y desde perspectivas vinculadas con intereses económicos de otra especie, es decir, de otro modo, lo mismo. Muchos mexicanos han sufrido, en unos cuantos años, una manera de exterminio a manos de distintos grupos y fuerzas de interés en México, el mismo país que después de 112 años aun mantiene odio de unos hacia otros, más débiles.
Ya se ha dicho que esta actitud tiene distintos orígenes y razones. La primera de ellas es la de ser parte de una sociedad desestructurada, de un país en donde los contrastes económicos son evidentes, para solaz de unos y la tragedia de muchos otros que viven el día a día con incertidumbre.
La pobreza puede llevar a la exaltación de las fuerzas más íntimas del ser humano para salir de ella por la vía de la educación y el esfuerzo permanente: el trabajo. Es el modelo del hombre y mujeres de lucha cotidiana, de trabajo duro, esforzado y sin descanso: para solucionar la vida propia y la de la familia y para vivir con tranquilidad y sin sobresaltos. Para tener todos los días un buen plato de sopa en la mesa, casa, comida, sustento, solaz... Y tranquilidad de conciencia.
Pero cuando faltan estos alicientes y las oportunidades se cierran porque no hay políticas públicas de generación de empleos, de ocupación y de solución por la vía productiva y justa, surge la otra vertiente, la de muchachos desesperados que se incorporan a grupos violentos para confrontar y agredir.
... Es la vertiente del hastío de la pobreza que parece sin solución e interminable; lo que de otra manera podría entenderse como una forma de rebelión social. En todo caso esta actitud es reprobable porque buscan la salida inmediata a la pobreza, aunque esto sea momentáneo.
Y por supuesto está el origen patológico. El de la violencia por la violencia misma. El hedonismo violento y excesivo. El del asesto de dolor al otro en condición de desventaja y abuso. También existe este modo de arribo al sector dañino y violento, y corresponde a la psicología social explicarlo y solucionarlo de manera multiforme.
En todo caso México vive hoy un momento bárbaro. Un momento sangriento. En muchos casos por razones de interés criminal, las pandillas de maloras crecen cada día más y confrontan al gobierno mismo, a la sociedad y entre ellos mismos.
Lo es, también, por razones de interés público, como vimos durante las elecciones de junio pasado cuando murieron más de 90 candidatos de distinto partido político. Todavía falta por resolver quién es quién de los triunfadores en esas elecciones. El tiempo lo dirá.
Pero también hay los muertos y desaparecidos por razones de políticos o funcionarios que ya están en el gobierno. Una de las amenazas más frecuentes en contra de periodistas –han documentado distintas organizaciones de protección a periodistas- es la que proviene de gente de gobierno, ya en lo federal, estatal y, sobre todo, municipal.
La contradicción es que ellos mismos –los que acometen-- enarbolan “el Estado de derecho”, como base y regla de su gobierno. Por supuesto no son todos, es una minoría; pero esa minoría hace mucho daño al periodista, a su familia y a la libertad de expresión, base de todas las libertades.
Así que mientras esto no se solucione en sus distintas razones y orígenes, la situación “bárbara” seguirá siendo un reflejo de que en más de cien años las cosas no han cambiado mucho en México. Ese “México bárbaro” sigue ahí.
El primer paso es solucionar la pobreza, sí; pero no con dádivas que son al mismo tiempo propaganda como caridad, sino mediante programas de desarrollo social, estímulos para la generación de empleos, educación fuerte y de calidad, salud, casa, comida, sustento, cultura.
Una sociedad sensible, leída, bien alimentada, sana y ambiciosa de su futuro, productivo con trabajo seguro y pagado justamente, y solaz... Una sociedad así no genera tal grado de fenómenos de violencia ni crimen. Ojalá se recupere el tiempo perdido.