El álbum más rebelde de “Kiss”: Ismael Ortiz Romero Cuevas

no me veras

Ayer se cumplieron 46 años de la salida al mercado del álbum “Destroyer”, el cuarto álbum de estudio de la banda de ‘hard rock’, Kiss y que fue producto del éxito de su anterior trabajo, el en vivo “Alive”, que les dio reconocimiento a nivel internacional y con el que se dejó de tomar a la banda como un chiste, además de que salvó a Casablanca Records de la quiebra por el gran triunfo que representó. 

“Destroyer”, fue el segundo material de los neoyorkinos en entrar al top 20 del Billboard 200 en los Estados Unidos, además de que alcanzó el puesto número uno en ventas en Alemania y Nueva Zelanda, hazañas que hasta la fecha, Kiss no ha podido superar. Este trabajo, fue el primero que les produjo el hoy legendario Bob Ezrin, que en ese entonces ya gozaba de cierta reputación por haber trabajado con Alice Cooper y Pink Floyd, y que decidió, corregir ciertos sonidos que a su juicio parecían “sucios” de los trabajos anteriores de la banda, así como el que se incluyeran efectos en la grabación que harían que Kiss sonara más pop y menos rock.

La grabación de “Destroyer” está llena de anécdotas e historias, que recalcan, sobre todo, el estilo de vida ‘rockstar’ que ya llevaban sus integrantes en ese ya lejano 1976. Por ejemplo, que no se dejaron retratar para el arte del disco porque “no estaban de humor” para maquillarse y vestirse, por ello, Ken Kelly, pintor y dibujante, autor de las viñetas de las historietas de “Conan el bárbaro”, fue el encargado de ilustrar la portada y que, al paso de los años, se ha convertido en una de las más emblemáticas de la banda y de la historia de la música. Se dice también que Ace Frehley se rehusó a ejecutar la guitarra para el ‘track’ “Sweet Pain”, porque se negó rotundamente a interrumpir una partida de póker que jugaba mientras se desarrollaba la grabación, por ello, fue sustituido por Dick Wagner, que era integrante de la banda de Alice Cooper y amigo personal de Ezrin. Wagner también sustituyó a Frehley en la grabación de “Flaming Youth”, tema que además era de la autoría de “Space-Ace”, y que no lo hizo en el estudio por encontrarse indispuesto. Cabe aclarar que a pesar de haber sido la guitarra principal en estos dos temas, Wagner no es acreditado en el disco. 

Pero la rebeldía de este álbum de Kiss no está en las letras, sino en el sonido. Comercialmente hablando, “Destroyer” ha sido uno de los mayores éxitos de su carrera y además, que cinco de los nueve cortes (porque el décimo, “Rock ‘N’ Roll Party”, es una grabación de aplausos y vitorees de un concierto) fueron sencillos promocionales, sin embargo, los amantes más puristas del rock y del sonido un tanto desparpajado que Kiss presentó en sus álbumes anteriores, les reprocharon que para este, tuvieran canciones que se identifican más con el pop que con el rock and roll y además, que presentaran una de las baladas que hasta la fecha, se consideran una de las más melosas en la historia de la música: “Beth”. Para ellos, Kiss había cambiado a un sonido más comercial para volverse un éxito masivo y dejar de cierta manera, los círculos ‘underground’ y oscuros del público que los seguía. Y así como criticaron “Beth”, que por cierto, fue el corte más exitoso del disco y el que puso a “Destroyer” en los primeros lugares de las listas y ventas, se le fueron encima a temas como “Great Expectations”, “Do You Love Me?”, “Sweet Pain” o la entrada de “Detroit Rock City” a la que consideraron insufrible; pero también, adularon temas como “God Of Thunder”, Shout It Out Loud” y “King Of The Night Time World”, los cuales, supusieron que homenajeaba el estilo ‘hard rock’ de la banda. La polémica de este disco continúa 46 años después, en este tiempo que se le considera prácticamente un álbum histórico, llenos de verdaderos himnos de rock y que la revista “Rolling Stone”, lo colocó en el puesto 496, de su lista de los “500 discos más grandes de la historia” que publicó en 2003. 

Es cierto, Kiss siempre ha sido una banda polémica y llena de leyendas urbanas. Y pese que no ostentan ningún “número uno” en Billboard y no han sido incluidos dentro del “Salón de la fama del Rock”, no podemos negar que es uno de los más grandes iconos musicales de todos los tiempos y que, quieran o no, ha conquistado al público en sus casi 50 años de carrera. 

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