Jóvenes LGBTTTI+: Lucía y Celeste buscan dar voz a la diversidad en el Congreso

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Las diputadas federales, de 30 y 25 años, relatan cómo fue su camino hacia el Congreso, la discriminación que han enfrentado, y las causas que buscan defender en la Cámara.

Son jóvenes y de la comunidad  LGBTTTI+. Celeste y Ana Lucía llegaron a la Cámara de Diputados por la vía plurinominal, así que desde San Lázaro, en la LXIV Legislatura, buscarán defender la agenda de la diversidad sexual, sin que ese sea su único frente de batalla.

En entrevista con Animal Político, ambas hablaron sobre la historia que las llevó a involucrarse en la política, la discriminación que han enfrentado, y de cómo surgieron sus postulaciones al Congreso, en medio de la lucha electoral para elegir al nuevo presidente de México.

De Paracho hasta San Lázaro, el camino de Celeste

Reyna Celeste Ascencio Ortega tiene 25 años. Nació en Paracho, Michoacán. Tiene sangre indígena, de la comunidad purépecha. Sus abuelos fueron campesinos y sus padres profesores.

Ella menciona que, a lo largo de su vida, ha tenido que enfrentar la discriminación o el desdén hacia lo que hace y dice. Si no es por ser mujer, por ser joven, y si no es por ser indígena, por su orientación sexual.

“Cómo nos va a representar una vieja”, escuchó que mencionaron alguna vez, en Michoacán, sobre la participación política de las mujeres. Sin embargo, ha persistido, para sobreponerse al machismo u otras formas de violencia política.

El año pasado, Celeste quería ser candidata a una diputación local, en Michoacán. Ese era su objetivo original, pero hubo un cambio de planes. Morena y López Obrador le abrieron la puerta, pero para que fuera diputada federal, al ser designada candidata plurinominal.En un artículo para el medio Horizontal, firmado por Julio César Díaz, del Centro de Estudios y Programas Interamericanos (CEPI) del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), se menciona que la candidatura de Celeste sonaba oportunista.

Esto, porque tal nominación se dio luego de las críticas a Morena, por aliarse con el conservador Partido Encuentro Social (PES), y luego de que un grupo de académicos, activistas y artistas, de cara a la elección del 1 de julio, acusara al partido de excluir a la población de la diversidad sexual, del reparto de candidaturas.

Al respecto, Celeste defiende que su nominación no surgió desde cero. Uno, porque más allá de su orientación sexual, ella desde los 15 años había trabajado como activista, y participó en el trabajo para conformar a Morena, como partido político.

Y en segundo lugar, porque ella como secretaria de la diversidad sexual de Morena en Michoacán, y representantes del mismo tipo en otros estados, ya habían solicitado desde tiempo atrás que el partido les asignara candidaturas. Es decir, ya habían picado piedra.

Para la LXIV Legislatura, Morena solo asignó a la comunidad  LGBTTTI+ una diputación federal por la vía plurinominal, la de Celeste.

Sin embargo, ella cree que en su partido hay una compromiso real a favor de la diversidad, que se verá reflejado al momento de votar, más allá de que se haya establecido una alianza política con el PES, que a su parecer fue resultado de una “estrategia” electoral, que no compromete a seguir una línea conservadora.

Sobre por qué hacer pública su orientación sexual, ella menciona:

“Es un asunto de visibilidad, de identidad, y de respeto. De que no tenemos por qué ocultar algo, no tenemos que estarnos escondiendo, no tendríamos que estar escondidos en el clóset, sino al contrario, que se vea que existe una comunidad, que exige derechos”.

En cuanto a la agenda que tendrá como legisladora, Celeste menciona que buscará defender la diversidad y la educación sexual, que no haya discriminación, y que desde el Legislativo propondrá acciones para que los jóvenes, las mujeres y los indígenas se incorporen más a la política, a la discusión de los temas públicos, para incidir en su realidad.

Celeste, quien de acuerdo con la página de información legislativa tiene una carrera de licenciatura en Derecho, duda un poco cuando se le pregunta si está a favor de que las mujeres, en todo momento, puedan abortar, si así lo desean y sin que tengan que justificar ante otros su decisión.

“Tendríamos que valorarlo… tendríamos que revisar la causa, tal vez la cuestión económica, por qué no quiere tenerlo”, dice la diputada, aunque en casos donde las mujeres hayan sufrido una violación, o esté en riesgo su vida, sí dice de forma directa que el aborto no debe ser penalizado.

En el tema de las drogas, considera que, antes de legalizar, deben hacerse campañas de prevención o información, para que la gente esté muy consciente de los efectos que tienen los narcóticos, antes de considerar consumirlos.

Lucía Riojas, con tenis en San Lázaro

Apenas tenía unos meses de nacida, y ya había estado en su primera manifestación. Su madre la llevó en brazos a una protesta por las elecciones de 1988, y ese es el antecedente más remoto que tiene Ana Lucía Riojas, sobre su relación con la política y el activismo.

“Feminista. Lesbiana. Diputada Federal”, son las palabras con las que Ana Lucía, de 30 años, se describe en su perfil de Twitter. La ahora legisladora, nacida en la Ciudad de México, llegó a San Lázaro por la vía plurinominal, después de que el Partido Acción Nacional (PAN) la incluyera en una de sus listas.

Esa postulación fue resultado de un acuerdo político. El movimiento del que forma parte Ana Lucía, promovido por Emilio Álvarez Icaza y denominado Ahora, decidió apoyar a la coalición por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano), y a su candidato presidencial, Ricardo Anaya. En respuesta, obtuvo candidaturas para el Congreso federal.

Ideas que defiende Ana Lucía, como la libertad de las mujeres para abortar, chocan con los postulados tradicionales del conservador Acción Nacional.

Sin embargo, Ana Lucía señala que la alianza de Ahora con el Frente se hizo de forma transparente, consultando a las personas que apoyaron desde un inicio su movimiento, y sin caer en sumisión ni sacrificar sus causas o principios.

“Creemos muchas veces que una alianza significa sumisión, nos cuesta trabajo entender que sí nos podemos sentar distintas fuerzas políticas, con distinta historia, pero a manera de pares, y eso hicimos”, menciona en entrevista.

La ahora diputada federal relata que en el periodo electoral tuvieron pláticas con diferentes fuerzas políticas, incluyendo a Morena, pero fue el Frente la única alternativa que estuvo dispuesta a abrir espacios de candidaturas, para “personas que veníamos de sociedad civil, ciudadanos independientes, sin militar en algún partido político”.

Un mes después de las elecciones, Ana Lucía anunció que en la LXIV Legislatura sería diputada sin partido. Es decir, se apartó del PAN.

¿Le hubiera gustado llegar de otra forma al Congreso? Al respecto, ella critica que, con las reglas actuales, se cierra el camino para que ciudadanos independientes obtengan una candidatura.

Ella recopiló firmas, para ser candidata independiente al Gobierno de la Ciudad de México, y aunque puso empeño en esa meta, no logró los requisitos solicitados por las autoridades electorales.

“Están hechas las cosas para que puedan llegar quienes pueden comprar ese espacio, quienes tienen una estructura, muy parecida a la partidista, que les permite conseguir el número de firmas y poder llegar a la boleta”, acusa.

Sobre su forma de llegar al Congreso, Ana Lucía insiste en que no hubo una contradicción o incongruencia, y que Ahora tomó decisiones con la vista siempre enfocada en sus causas, entre ellas el volver más accesibles las candidaturas independientes, y el trabajar por sensibilizar y ciudadanizar el Legislativo.

En el Congreso, ha sido llamativo que Ana Lucía aparezca vistiendo jeans y tenis, y no la ropa formal con la que se suele ver a los legisladores.

Al respecto, ella dice que “vestirte como siempre vistes, o estas formas comunes, hacen que la gente se sienta un poco más cercana a ti”, y que incluso esos detalles, comienzan a marcar una nueva pauta, ya que espacios como la Cámara de Diputados, han estado “secuestrados”, por los políticos tradicionales, de traje gris y corbata, alejados de la realidad cotidiana de los mexicanos.

La primera iniciativa que presentó Ana Lucía en la Cámara, fue contra la Ley de Seguridad Interior, lo que muestra que no busca encasillarse en el tema de la diversidad sexual, aunque obviamente sí participará en esa lucha.

Además de abanderar la causa de legalizar el aborto en todo el país, Ana Lucía dice que trabajará para reformar leyes que discriminen a la comunidad LGBT, o a cualquier otro sector; también habla de su interés en trabajar en la Comisión de Juventud, y participar en la búsqueda de que se respeten los derechos humanos en México, y en la construcción de paz.

Como integrante de la diversidad sexual, Ana Lucía dice que ha sufrido agresiones, actos de homofobia.

El último, cuando rompieron el cristal del automóvil de su novia, y le dejaron un papel con un mensaje bíblico.

También como joven y como mujer, le han lanzado insultos en espacios como las redes sociales. De ahí que uno de sus principales objetivos sea aportar, para que en el país haya igualdad, y no ciudadanos de primera y de segunda.

En la trayectoria de la activista y ahora legisladora, está el antecedente de que, como estudiante de la Universidad Iberoamericana, participó en el movimiento #YoSoy132.

En otro ámbito de su vida, el musical, cuenta que aprendió a tocar la batería desde que era adolescente, y a la postre formó parte de una banda, llamada Piluso.

“Antes que ser diputada, que ser lo que sea, soy baterista. Siempre voy a preferir tocarla”, dice cuando se le pregunta qué es más emocionante, si tocar un solo de batería o presentar una iniciativa en el Congreso.

Fuente: animalpolitico.com

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