No es nada más porque sí la llegada a México del líder del partido español Vox, Santiago Abascal. Su ‘visita’ fue estimulada por un sector de senadores mexicanos que se identifican con la ideología de una de las organizaciones políticas más ultraderecha de Europa...
... Un partido político que enarbola la bandera de la xenofobia, del racismo, anti feminismo, antiaborto, anti diversidad sexual y que se enorgullece de ser heredero del franquismo español, con todo lo que esto significa para España y su pasado histórico.
O como dice el dicho popular: “¡Pero qué necesidad había de...!”. Eso es: Pero qué necesidad había de que una veintena de senadores, con mayoría de panistas, invitaran al Senado de la República a quien les propuso, y aceptaron, firmar una “Carta de Madrid” para ser parte de su lucha en contra del “Comunismo” mundial y nacional. ¿De qué están hablando?
Por supuesto ese encuentro le ha costado a todo el Partido Acción Nacional (PAN) una enorme carga de críticas públicas que reprochan este encuentro y la firma del documento.
Muchos panistas del ala moderada pronto se deslindaron de esa asociación y negaron ser parte de la organización del evento y conocer las intenciones del líder de los panistas en las Cámara Alta, el senador por Veracruz, Julen Rementería, quien se pasó de ignorante o de ingenuo: o las dos cosas.
El hecho causa estragos en la imagen de los panistas que llevaban una presencia ascendente como partido de oposición del centro derecha al gobierno de la 4-T y a su partido, Morena. Pero con esto mostraron una de las fracturas internas de ese partido porque en su interior subsiste una ala ultraconservadora distante del sentido histórico de este partido fundado por Gómez Morín en 1939.
Por supuesto ni los Morenistas y mucho menos el presidente de México dejaron pasar esta oportunidad que se les puso como regalo con moño, para tallarle la nariz al panismo acusándolo de asociarse con un partido español similar a ellos mismos. El viernes 3 en su Mañanera, el presidente afirmo que ambos partidos se juntaron "porque son lo mismo; fascistas, clasistas, racistas y corruptos que simulan ser demócratas”.
Al día siguiente el español Santiago Abascal contestó en su cuenta de Twitter: “Ninguna declaración de quienes se abrazan a tiranos y protegen a narcos va a impedir nuestra causa a favor de la libertad, los derechos y la prosperidad de las naciones. Mi agradecimiento a todos los mejicanos que nos han hecho sentir como en nuestra casa. ¡Viva Méjico!” (Así escrito).
La llegada de Abascal a México –con X, como debe ser--, vino a sacar del closet ideológico a un sector del país; vino a poner la luz en la ultraderecha mexicana, la que huele a naftalina, a alcanfor y a polilla y que creíamos que desaparecida pero que sigue ahí, agazapada o visible, depende.
Está en agrupaciones casi clandestinas o semi ocultas. De forma subrepticia sus operarios están metidos en universidades, en asociaciones políticas, en gobiernos tanto federal o estatal o municipales.
El mismo partido del gobierno Morena, que se asume como izquierda, se asoció en lo electoral con un partido ultraderecha como es el Partido Encuentro Social –entonces- y ahora Partido Encuentro Solidario: PES y cuyas simpatías por Vox también han sido evidentes.
Esa ultraderecha que se resiste hasta el odio al paso del tiempo, a las nuevas ideas y a los nuevos planteamientos sociales y las libertades adquiridas. Que se resiste al ideal socialista de muchos más.
Son los herederos del sinarquismo mexicano de 1937, aquella organización ultra nacionalista, fascista, anticomunista, pro nazi y falangista. Son los descendientes de un sector ultraconservador que hizo una guerra Cristera de 1926 a 1929 en México y que costó tantas vidas y desestabilizó por tres años al país.
Así que la visita de Abascal nos alerta de la existencia de ese sector que está ahí, reacio al avance social y político del país; que resulta de ideas que marchan contrarias a su tiempo y que terminan por ser agrupaciones o individuos extremadamente cargados de odio. Un peligro social y político.
Abascal vino a remover la tierra vieja para sacar lo peor de algunos mexicanos en su ideología. Y sí, hay libertad de pensamiento y de expresión, claro que sí, la hay en México (aunque a esa libertad de expresión se le persiga y se le acose y se le clasifique con adjetivos calificativos cargados de polarización y también odio.)
Abascal vino a sembrar odio, disfrazado de defensa del nacionalismo, de los valores individuales, de la lucha en contra de la intervención del Estado en la vida privada y en contra del comunismo, ese fantasma ya inexistente pero que él y sus seguidores ven, como salidos de ultratumba. Ellos mismos fantasmas ideológicos.
Veremos si fructifica su propuesta en el nivel que Abascal y su partido Vox pretenden. De hecho se anuncia que establecerá aquí una de sus bases de acción para Latinoamérica.
Y veremos cómo el Partido Acción Nacional hace un ejercicio de autocrítica y se deshace de las semillas de ultra conservadurismo que están insertas en su interior.
Veremos cómo convence a los mexicanos de no ser ese dechado de resentimientos históricos y veremos si sus propuestas le alcanzan para hacer frente a un proceso electoral que se presagia intenso y dramático en 2024.