Trump quiere Iniciativa Mérida II: seguridad nacional militarizada: Carlos Ramírez

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La ofensiva repentinadel presidente Donald Trump contra México para obligarlo a sellar su frontera con nuestro país y obligar a México a sellar su frontera chiapaneca, pareció respondera la decisión del gobierno del presidente López Obrador de cancelarla Iniciativa Mérida, un acuerdo antidrogas firmado por el presidente Felipe Calderón y el presidente George W. Bush en junio del 2008, después de la ofensivacastrense contra los cártelesdel narco iniciada en Michoacán el 11 de diciembre del 2006.

Ese compromiso era mucho más que la entrega de materialmilitar estadunidense a México parta combatir al crimen organizado. Fue la consolidación de una nueva etapa de presenciamilitar estadunidense en México, sin tropas regulares ni bases militares, en operativos contra el narco para comenzar a destruira los cártelesque ya tenían estructuras de representación dentro de los EE. UU.

El finde la Iniciativa Mérida representó el finalde esa presencia militar estadunidense en México, constreñida a asuntos de lucha contra el narco, pero de paso observandolos pozos petroleros mexicanos. Y ahora Trump presiona para un nuevoacuerdo con mayores ventajas para Washington que el anterior, porque México lo canceló sinenfoque estratégico ni de seguridad nacional.

El actual conflicto de los EE. UU. con México, por lo tanto, tiene un trasfondoen el que México ha dejado de priorizar en los seis meses de la Administración de López Obrador: las relaciones militares, pero no de ejército sino de enfoque: en la actual coyuntura de la geopolítica –Rusia, China e Irán entrandoal continente americano por el sur y el Caribe– la comunidad de los servicios militares de geopolítica y seguridad nacional perdieronsus posicionesen México atadas justamente a los problemas de migración y drogas.

México ha sido considerado, por su grado relativo de independencia y autonomía, el problema número unode seguridad nacional de los EE. UU. La decisión del presidente López Obrador de cancelar la Iniciativa Mérida y suspender los acuerdos de colaboración militar condujeron al endurecimientoestadunidense.

Desde los tiempos del presidente Díaz Ordaz, México fue muy cuidadosoen mantener relaciones militares de intercambio que impidieranla exigencia estadunidense de instalar bases militares en México por los tres puntos estratégicos mexicanos en la seguridad nacional de los EE. UU.: petróleo, puerta migratoria y drogas.

Al margende los sentimientos nacionalistas, los nueve cártelesprincipales del narco mexicano ya operan directamente dentrode los EE. UU. y, según oficinas antidrogas, controlanel mercado al menudeo en más de tres mil ciudades estadunidenses, lavansu dinero en oficinas financieras y han contribuido a estimularel consumo de estupefacientes. Ahí se localiza el interésde Trump por regresar a funcionarios de inteligencia, seguridad nacional y militares a oficinas mexicanas.

El tema de los migrantes en el gobierno estadunidense es un asunto de seguridad nacionalpor la llegada sin investigación de cientos de miles de migrantes y por el desequilibrio racial. México alentóel paso de migrantes centroamericanos a los EE. UU. que habrían cruzado de manera ilegalla frontera chiapaneca. Y el proceso migratorio de ilegales que son capturados obliga a los EE. UU. a ficharlosy a liberarlosdentro de territorio estadunidense sincapacidad para vigilarlos. No todos son terroristas, pero andan sueltosbuscando empleo.

La presión de Trump sobre México forma parte de las medidas radicales de seguridad nacionaldel gobierno estadunidense. México, en cambio, asume la soberanía sinenfoques de inteligencia estratégica, seguridad nacional o geopolítica. Lo que los EE. UU. quieren es regresaral modelo de interrelación militar que tenía la Iniciativa Mérida. En el pasado, México asumió como inevitable esa presencia militar, pero la prefirióabierta en temas de narco y migración y no de espionaje total desde la embajada estadunidense en México.

Si alguien sabe de este modelo es Marcelo Ebrard. Como asistente político de Manuel Camacho Solís vivió la gran ofensivade 1985 del embajador John Gavin, el ultraderechista senador Jesse Helms y el gobierno de Reagan que nose resolvió con la marcha nacionalista de ese año, sino con la reafirmaciónde la relación militar México-EE. UU. que el gobierno de Miguel de la Madrid, nacionalista y tecnocrático, nohabía entendido.

El desacuerdoactual se puede plantear así: los EE. UU. esgrimen un enfoque de seguridad nacional sinsoberanía, en tanto que México ondea la soberanía sinseguridad nacional.

Cacahuates. La Secretaría de Relaciones Exteriores de México mantenía observadoresdel CISEN en plazas importantes en el extranjero, pero fueron canceladas por la austeridad. Los reportes burocráticos a la cancillería pecan de descuido, para decir lo menos. En cambio, cuando menos doce oficinas de inteligencia y seguridad nacional de los EE. UU. mantienen en México nutridas oficinas de análisis.

Política para dummies: La política es una estrategia de inteligencia y seguridad nacional, en mayor o menor medida, no el discurso nacionalista.

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@carlosramirezh

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