En octubre del año pasado, se estrenó en Netflix la serie “Sagrada familia”, un drama creado por el cineasta mexicano Manolo Caro que según se dio a conocer, sería algo completamente diferente de las tramas que nos ofreció desde el inicio de su carrera. Sí, esas historias con gran influencia de Almodóvar, con personajes fuera de lo común y esa mezcla de drama con comedia que en realidad poco tenían de original.
Lo cierto es que, a pesar de eso, las historias creadas por Caro siempre habían tenido buena recepción por parte de la crítica especializada y lo realmente importante, por parte del público. Con esa buena reputación, Netflix le dio luz verde para realizar una miniserie que ahora se centraría más en una trama de suspenso con drama, el resultado: “Sagrada familia”, un experimento que sonaba bien antes de su estreno gracias a que como sus protagonistas, encontrábamos a actores españoles de renombre: Najwa Nimri (Gloria / Julia), Alba Flores (Catherina / Edurne), Macarena Gómez (Blanca), Carla Campra (Aitana / Mariana), Alex García (Germán), Jon Olivares (Pedro) y Álvaro Rico (Marcos) entre algunos otros. Sí, todo pintaba para que en realidad fuera lo mejor que había hecho Manolo Caro hasta el momento, tal y como lo anunció.
Me había resistido a ver esta serie a lo que al final caí, porque después de ver varios de sus trabajos, desde “No sé si cortarme las venas o dejármelas largas”, “Elvira: te daría mi vida, pero la estoy usando” y “Alguien tiene que morir”, claro, pasando por “La casa de las flores”, tenía la expectativa de que “Sagrada familia” no sería sorprendentemente novedosa, esperando ver el mismo tipo de personajes y trama al que nos tenía acostumbrados como público. Sin embargo, el primer episodio nos marca la notoria diferencia de que ahora, estamos ante una serie del género del ‘thriller’, que pasa por momentos de drama y eso, es un punto a favor de inicio. Otro de los elementos que al menos a mí me parece importante destacar, es que con “Sagrada familia”, Caro le rinde homenaje sin tapujos a los cineastas españoles que sin duda, han sido de gran influencia en su carrera: Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar y Alex de la Iglesia, presentándonos escenas muy similares a trabajos de esos directores de cintas como “Mujeres al borde de una ataque de nervios”, “Todo sobre mi madre”, “Hable con ella” y “La ley del deseo” de Pedro Almodóvar, “Tesis” de Alejandro Amenábar y “Balada triste de trompeta” y “El día de la bestia” de De la Iglesia, en serio, algo que yo no me esperaba, al menos no de forma tan evidente.
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Asimismo, hay que celebrar la actuación de Alba Flores, que al igual que con Nairobi de “La casa de papel”, se vuelve a robar la cámara en prácticamente toda la historia. Y aunque su personaje es una especie de villana, es tal la calidad de su actuación que al menos yo, he terminado empatizando un poco con Catherina y aplaudiendo su brillante interpretación. Caso contrario sucede con Najwa Nimri y Macarena Gómez, que a pesar de que son actrices realmente sorprendentes, pareciera que aquí solo se pusieron en automático y se dejaron llevar por la situación, y mientras se nota que Flores disfrutó su trabajo a más no poder, es notorio también que Nimri y Gómez sufrieron a sus personajes.
Pero ¿qué sucede en realidad con “Sagrada familia”? La historia es entretenida y nos mantiene al borde de la intriga al presentarnos casi a cuentagotas los elementos clave de la serie para desenmarañar todo el ‘batiburrillo’. Sin embargo, llega el momento en que la trama parece no avanzar provocando (al menos en mí), una desesperación terrible al darle vueltas a la misma situación por un tiempo prolongado. Es increíble también, como Netflix, siendo generalmente políticamente correcto en sus producciones y en este tiempo donde existe el “me too”, se preste a hacer una serie que muestra a mujeres que expongan sus aterradores rasgos de personalidad canalizándolos al fungir como madres, protectoras y proveedoras, sí, una especie de Jack Torrance de “El resplandor”, pero en mujer. Eso, me dejó no solo reflexionándolo sino sorprendido y créanme, no de manera tan grata.
No puedo decir que no hay qué ver “Sagrada familia”, pues hay elementos que, créanme, valen mucho la pena, pero también hay que reconocer que hay situaciones que no están del todo bien logradas, además de que la historia pareciera que se alarga de manera forzada y se estanca en varias ocasiones, pudiendo ser sin problemas un cortometraje de unos veinte minutos.
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