La realidad le grita al presidente de México y éste se niega a oírla. Hoy la bocina llega impresa desde el vecino del norte: No puede descartarse una operación militar de Estados Unidos en México, a partir de la incapacidad del gobierno federal para controlar la virulencia de la delincuencia organizada que el lunes asesinó a nueve miembros de una familia mormona que compartían nacionalidad mexicana y estadounidense, considera en su editorial el Washington Post.
El rotativo también hace alusión que México está peligrosamente cerca de ser un “estado fallido", citando al senador por Nebraska, Ben Sasse.
Antes, otro senador norteamericano Tom Cotton, hizo declaraciones a Fox News en el mismo sentido.
Si México no puede proteger a ciudadanos estadounidenses en territorio nacional, entonces Estados Unidos deberá tomar el asunto en sus manos, demandó Cotton; porque para detener a grupos criminales que atacan a balazos, se necesitan más y más grandes balas, en lugar de los abrazos que ofertó el presidente mexicano… porque eso solo puede funcionar en un “cuento de hadas”, remató.
Cada análisis de la matanza a los integrantes de la comunidad Le Barón, pasa irremediablemente por el culiacanazo.
Lo alertamos.
El 17 de octubre sería el parteaguas en la era lopezobradorista hacia el oprobio e inevitablemente nos arrastraría como país y como ciudadanos porque el Estado Mexicano claudicó en una labor esencial: hacer valer el estado de derecho.
Como coralario, la imagen de las Fuerzas Armadas recibió una dura afrenta que cobra factura al interior del Ejército… de la que aún no conocemos las consecuencias.
Sea por incapacidad o acuerdos políticos, el gobierno de México se evidenció inoperante, incompetente.
De Culiacán a Aguililla, a Guerrero, a Chihuahua… México es un polvorín donde el crimen organizado hace valer su ley si así lo desea mientras las corporaciones de seguridad que deberían enfrentarlo se someten a un mando desorganizado, irresponsable e ignorante que además no debe opinar puesto que le endilgan ganas de armar un “golpe de estado”.
La última contabilidad trágica es en Chihuahua con las tres mujeres y sus seis hijos asesinados, dos de ellos de siete meses.
Frente a la tragedia, las redes militantes del presidente culpan a las víctimas e inundan con calumnias presentadas como notas y mensajes denostativos: los LeBarón eran tratantes de personas, narcotraficantes, invasores… lo que sea que suavice el impacto de dos bebés de siete meses masacrados por narcotraficantes… demostrando que la miseria humana siempre puede ser mayor en el ejercicio del poder.
Mientras, entre sonrisas, Andrés Manuel López Obrador consideró que el lunes, día de la tragedia de los LeBarón, había sido un buen día… Y es que es simplemente otro día más en México, donde los asesinatos son del orden de los 95-98 en promedio cada día del 2019.
La inconcebible retórica de la “liberación” de Ovidio Guzmán López para salvar a la población petrifica la incapacidad de entender de López Obrador: el pueblo de México exige un gobierno que salve vidas y, al mismo tiempo, castigue a los delincuentes.
Tan incuestionables son los 30 millones de votos por los que Andrés Manuel llegó a la Presidencia como cruento es el repaso de sus fracasos en materia de seguridad. A once meses de su gobierno, superó la cifra de 30 mil homicidios… la mitad del total de muertos del sexenio de Vicente Fox.
Ayer, en comparecencia ante el Senado, el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ofertó su renuncia si ello resolvía la problemática de inseguridad… Seguramente su renuncia no resolverá nada, pero permitirá que su obtusa gestión deje de empeorar la seguridad pública de México.
En fin: el presidente Donald Trump, encaminado ya hacia su reelección, tiene hoy la presión de medios y congresistas norteamericanos para que se responsabilice por la seguridad de los estadounidenses en México; en el vecino del norte, los ciudadanos se toman muy en serio las responsabilidades que debe cumplir su gobierno, no le admiten pretextos… y aceptan de buen grado el intervencionismo si ello salva a sus compatriotas.
“El deber más básico del gobierno es proteger a sus ciudadanos, lo que significa no permitir la masacre de mujeres y niños en una carretera en su camino hacia el aeropuerto” advierte también el WP en su editorial… y considera que la DEA debería poder descubrir las identidades y ubicaciones de quienes ordenaron o llevaron a cabo los asesinatos contra los LeBarón… lo que “sería una señal de que la justicia estadounidense tiene un largo alcance”.
Y sí, todo se agravó con el culiacanazo porque el Estado Mexicano demostró que no puede.
Posdata
El presidente de México envío condolencias a la familia LeBarón a través de Donald Trump, a quien le ofreció también investigar y hacer justicia… pero las víctimas también eran mexicanas. Queda la dolorosa duda de que si los bebes, niños y mujeres muertas fueran solo nacionales hubiese guardado silencio para seguir diciendo que todo está bien.