Se me hace increíble que una historia que tiene más de 30 años en el mercado, siga estremeciendo y conquistando a los fanáticos más sectarios y no tanto de Stephen King. Así, “Eso” es un libro tan bizarro como espeluznante, sin embargo, es una historia que sigue siendo vendida en las librerías y tiendas departamentales, yaciendo como una de las más buscadas por todo el público. Esa situación, derivó en que se haya pensado en hacer una película que fuera mucho más oscura y terrorífica que la versión televisiva de 1990, donde Tim Curry, personificaba a Pennywise, el macabro payaso bailarín.
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Y cómo fue la tendencia esta semana, pues me fui al cine a ser testigo del escalofriante capítulo final de “Eso” en la versión dirigida por el argentino Andrés “Andy” Muschietti dejándome con un cúmulo de sentimientos encontrados. No puedo decir que la cinta es mala, al contrario, se centra en detalles cautivadores y elementos sustantivos de la novela. Sin embargo, el ritmo de la cinta muchas veces es tan circunspecto que estuve a nada de quedarme dormido, aclaro, no por aburrida, sino porque me parecía que se centraba en demasiados detalles a fin de justificar la actitud de “El club de los perdedores” y que bien, pudieron obviarse como generalmente se hace en un guión cinematográfico. Otro punto que a mi juicio pudo no estar presente porque en definitiva, minimiza las escenas con alto dramatismo fue la injustificada y a veces, involuntaria comedia que se utiliza en la cinta (pienso que a petición del estudio más que por decisión del director); pasando por alto, algunas situaciones tan dramáticas y que son decisivas dentro de la historia, como el suicidio de Stan (Andy Bean) o la visita de Beverly (Jessica Chastain) a su antigua casa. Esas situaciones que deberían asustarnos de sobremanera y sostener un argumento enteramente más dramático, son opacados de manera innecesaria por los chistes que se cuentan o las actitudes de los personajes, o bien la música que no tiene concordancia con lo que vemos, como cuando Eddie (James Ransone) se enfrenta al leproso en la botica.
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Pero no nos quedemos con lo malo y también hablemos de lo bueno, o más bien, de lo que yo en mi humildísimo punto de vista, considero que son los puntos rescatables de esta segunda entrega que sin temor a equivocarme son más que los que mencioné anteriormente. Algo de lo mejor de la cinta es tener a dos actores de método y que son reconocidos por su capacidad histriónica encabezando el elenco, y me refiero a James McAvoy (Bill Denbrough) y Jessica Chastain (Beverly Marsh); solo sus nombres nos dicen que estamos ante una cinta que se tomará en serio lo que nos cuenta, y en efecto, no decepcionan; presentando a personajes que se enfrentan a su pasado con el más profundo brío y convencidos de que si no dominan esos miedos hacia Pennywise y a lo acaecido, no podrán enfrentarlo; tanto McAvoy como Chastain representan ese punto delicioso de la actuación bien lograda y la autoridad interpretativa para encabezar al elenco de una cinta con tantas expectativas como lo es “Eso: Capítulo II”, sin ningún problema. La denuncia y la crítica hacia la homofobia es otro elemento que hay que aplaudirle a “Eso: Capítulo II”, pues la película comienza con una escena tan terrorífica como llena de emotividad denunciando los asesinatos por homofobia que aún se viven no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. En esa escena, vemos la primera aparición de Pennywise tan terrorífico, tan bizarro, tan magistral. El actor sueco Bill Skarsgärd es nuevamente el encargado de interpretar al maléfico payaso, en la película, con participaciones dosificadas pero pujantes y osadas; sin duda, el joven actor es otro gran acierto de la cinta.
Pero hay un actor que se roba las escenas sin ningún problema: Bill Hader quien interpreta la versión adulta de Richie Tozier. Era muy complicado encontrar a un actor que tuviera el peso y carisma necesario que el actor canadiense Finn Wolfhard le había impreso al personaje de niño; y Muschietti lo encontró. Hader es un actor de comedia pero tan convincente en este papel, que logra opacar en dos ocasiones al mismísimo James McAvoy. Y eso, ya es hablar en palabras mayores. Otro estupendo acierto fue la contratación de Jay Ryan para interpretar a Ben y aunque la escena para que muestre su estómago de lavadero se me hizo forzada, no puedo dejar de mencionar que su actuación es apasionante y convincente, además de que hace justicia a todos los gorditos, deshaciéndose del cliché en el que el cine hollywoodense ha encasillado a los personajes con sobrepeso.
“Eso: Capítulo II” es una película que sin duda nos da lo que nos prometió: un espectáculo visual y un enfrentamiento final colosal. La cinta cuida perfecto su edición de sonido, su iluminación, las actuaciones pero sobre todo, algo que muchos siguen aplaudiendo a esta versión de Muschietti, es la fidelidad hacia muchos elementos de la novela escrita por King (de quien por cierto, vemos un cameo) en 1986. No es una cinta que nos arrancará sustos al por mayor, se toma su tiempo y nos hace adentrarnos en los traumas y la psicología de cada personaje, haciendo que en la batalla final, conozcamos ya a los personajes casi de una manera fraterna, enalteciendo que la amistad y los lazos verdaderos, pueden hacer sucumbir al mal tome la forma que tome. Esta vez, los perdedores fueron unos héroes a la altura.