En su estilo de capitalizaruna crisis a favor de su imagen mediática, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón abrió las dosúnicas puertas del Estado mexicano para que se metieran dosinvitados indeseables:
1.- La trasera: al señalar que el ataque en El Paso, Texas, fue un acto de terrorismocontra mexicanos, escaló una temática que involucra intereses estratégicos de seguridad nacional militar de los EE. UU. y ayudaráa que el gobierno de Trump, como ya lo adelantó, pueda caracterizar a los cártelesmexicanos de “terroristas” y con ello meterseen México con todos sus aparatos militares de tropas, inteligencia y seguridad nacional, un viejo anhelodesde Reagan en los ochenta.
2.- La del frente: Ebrard aportó elementos estratégicos que ya contienen las leyes mexicanas para caracterizarpor nuestra cuenta a los cártelescomo organizaciones también terroristas, obligando al Estado mexicano a escalarsus estrategias de persecución de bandas criminales que se dedican a sembrar el terrorcon asesinatos masivos, cuerpos desmembrados y embolsados y balaceras como la de la Plaza Artz. La lucha antiterrorista mexicana justifica el escalamiento del usode la fuerza militar del Estado contra grupos que siembran temor entre los ciudadanos y debilitan al Estado.
En México, Ebrard replanteóla lucha contra el crimen organizado: los afectados directos o indirectos por la violencia de los cártelespasarán de víctimas pasivasa víctimas de guerray los narcos asumirían la condiciónde terroristas o enemigosdel Estado, con lo que esas organizaciones tendrán que ser encaradascon mayor energía porque el terrorismo es un asunto de seguridad nacionaly no policiaco. Por tanto, la agenda pasaríade la Guardia Nacional a las fuerzas armadas responsables de la seguridad nacional ante bandas de narcos-terroristas que, además, tienen articulaciones internacionales.
La precipitaciónoportunista de Ebrard, en todo caso, metió a México en un nuevo conflicto: que Trump cumpla su amenazade declarar terroristas a las organizaciones criminales transnacionales que trafican droga en los EE. UU. y que tienen su asentamientoen México, porque entonces el tema entraría a la agenda de seguridad nacional de Washington y los espacios de defensa nacionalmilitar.
Y los mexicanos inocentes o víctimas colaterales afectadospor las acciones violentas y criminales de los cártelesy bandas del crimen organizado y desorganizado podrían preparar una denunciapara que se dé trámite al modelo de Ebrard y los delincuentes del crimen organizado que cometen crímenes para sembrarterror en zonas de la república sean caracterizados como terroristas. Ya no se trataría de enfrentamientos de seguridad pública, sino atentados contra el Estado.
La legislación mexicana síconsideraría a los cártelesdel crimen organizado como terroristas. El artículo 139 del Código Penal Federal establece como terroristas a quienes usen “armasde fuego” para “intencionalmente(realizar) actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional, o la vida de personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación”.
El uso de la violencia del narco tiene el objetivo de crear“alarma, temor o terror” en la población para tomar el control de zonas territoriales del Estado; el tiradero de cadáveres, las balaceras en las calles y carreteras, el aumento de homicidios dolosos y la fuerza criminal para imponersu dominio territorial y social son actos, en efecto, para generar terror. La pruebase encuentra en el índice de percepciónque difunde mensualmente el INEGI: la percepción es, de manera sencilla, el miedosocial al terror la violencia inducida.
Y las víctimas no deben recibir sólocompasión, abrazos y promesas de justicia por parte del gobierno, sino que podrían estar en condiciones, como lo piensa hacer Ebrard con el tirador de El Paso, Patrick Crusius, de exigir indemnizacionesaltas.
Además, la caracterización de terroristas a los grupos de delincuentes que aterrorizana la sociedad obligaría al Estado a dejar de considerarlos un asunto de seguridad públicacon efectos policiacos y de derechos humanos y asumirlos como grupos armados terroristas que quieren desplazaral Estado de espacios de soberanía territorial de la Constitución para imponerun reinado criminal con sus propias leyes y códigos: es decir, la fuerza terroristacon armas y violencia inusitada atenta contra la unidaddel Estado y de la república.
Así que Ebrard dio avalmexicano al presidente Trump para caracterizar a los cárteles mexicanos como terroristas y con ello el permiso para que el ala militar EE. UU. entre a México en aras de su seguridad nacional y reclasificóa esos cártelescomo adversarios para hacerlos parte de la agenda militarmexicana de seguridad nacional de Estado.
Política para dummies: La política es la demagogia del poder.