El nuevo coronavirus, los costos sociales y económicos de la pandemia a nivel mundial: Francisco Ángel Maldonado Martínez*

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Al momento de escribir este artículo más de 145 mil personas en todo el mundo han contraído el nuevo coronavirus de Wuhan denominado Covid-19. De esta cifra alarmante, más de cinco mil 400 han muerto y más de 70 mil 250 se han curado. El virus que azotó la provincia de Hubei, China, a principios de este 2020 se ha propagado por todo el mundo y ha sido declarado por la Organización Mundial de la Salud como una pandemia. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que “nunca antes habíamos visto una pandemia provocada por un coronavirus. Y nunca antes hemos visto una pandemia que pueda controlarse al mismo tiempo”. Asimismo, planteó lo que es la principal hoja de ruta hasta el momento para detener la propagación: “si los países detectan, examinan, tratan, aíslan, rastrean y movilizan a su gente para responder, aquellos con un puñado de nuevos casos de coronavirus pueden evitar que esos casos se conviertan en grupos, y esos grupos se conviertan en transmisión comunitaria”.

 

Las palabras de Ghebreyesus no pueden ser más claras, en la lucha contra el nuevo coronavirus el papel de los gobiernos nacionales es fundamental para cerrarle el paso al contagio de esta enfermedad respiratoria que hoy por hoy muchas personas continúan viendo como una amenaza lejana a su realidad. El problema es que por pensar de esta manera y no actuar a tiempo países desarrollados como Italia y España enfrentan una severa crisis en sus sistemas de salud que ha llevado a sus gobiernos a tomar medidas extremas, aislar regiones, suspender los viajes sin motivos estrictamente necesarios y cancelar clases en todos los niveles educativos.

 

Por ejemplo, en España los casos se dispararon después del 25 de febrero pasado, cuando comenzó a hacerse la prueba de Covid-19 a personas con neumonía de origen desconocido. Hasta entonces el protocolo era aplicar pruebas solo a personas con síntomas que hubieran tenido contacto con casos confirmados o que hubieran visitado las zonas de riesgo. Es decir, se pensó que el contagio se concentraba en pocas personas cuando ya se había diseminado. En otras palabras, la clave para frenar un brote, como han señalado diversos especialistas, es reducir el ritmo al que crecen los casos. Justamente esto es lo que ha logrado China durante los últimos días. La lección es que la cuarentena y las medidas de distanciamiento tienen un efecto constatado en detener el crecimiento exponencial de la fase de propagación. Otro aspecto es el índice de letalidad del virus, la tendencia mostrada es que a mayor número de exámenes médicos realizados la proporción de mortalidad disminuye.

 

Así, el haber subestimado el potencial destructivo de esta enfermedad ha llevado a que se tomen medidas extraordinarias en todos los continentes a excepción de la Antártida. Quizá la más polémica por sus serias implicaciones económicas es la suspensión decretada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con vigencia de un mes, de todos los vuelos provenientes del continente Europeo, a excepción de Reino Unido. Ante esta decisión, la Unión Europea señaló que desaprueba que la prohibición de viajar se haya adoptado de manera unilateral y sin consulta, en palabras de la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y de su par del Consejo Europeo, Charles Michel. Por su parte, Rishi Sunak, ministro de Finanzas de Gran Bretaña, declaró a la BBC: por los consejos que hemos recibido, no se ha demostrado que medidas como las prohibiciones de viaje tengan algún efecto real.

 

Cierto o no, Donald Trump ha convertido la amenaza por el coronavirus en una oportunidad para mostrar que su gobierno es fuerte y desaparecer de la agenda pública el debate en torno a las próximas elecciones presidenciales. No es un fenómeno exclusivo de los Estados Unidos, a medida que el contagio avanza la agenda noticiosa internacional se ha centrado en el coronavirus como tema dominante, si no único, provocando al mismo tiempo un fenómeno conocido: la desinformación sobre todo a través de redes sociales. Hoy hay dos enemigos bien identificados: el virus real, con síntomas reales, y muertes reales, y una construcción social del virus, que varía de país en país, y que supone miedo, desesperanza y fatalismo. De ahí que en algunos lugares las compras de pánico sean la constante, con gente arremolinada por productos básicos como si lo que tuviéramos enfrente fuera el apocalipsis.

 

Creo que frente a este panorama, nada mejor que escuchar a los especialistas, epidemiólogos, doctores, investigadores, que conocen como se desarrolla un virus con las características del de Wuhan, y cómo la suma de estrategias efectivas puede frenarlo, y salvaguardar la vida de millones de personas. Aquí está claro que seguir las indicaciones que se han anunciado es vital para lograrlo: no saludarse por contacto físico, lavarse constantemente las manos y no llevárselas a la cara, taparse la boca con la parte interna del brazo al estornudar, y permanecer alejados de concentraciones masivas. Por cierto, aquí vale el reconocimiento al Gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, que se anticipó a otros gobiernos, como el de la Ciudad de México, en anunciar medidas para evitar cualquier contagio. En Oaxaca se pospuso el medio maratón Rock and Roll y se cancelaron los eventos públicos gubernamentales como la décima audiencia pública a celebrarse en Guelatao.

 

En un artículo publicado en The New England Journal of Medicine, titulado ¿La pandemia del nuevo siglo? Bill Gates es enfático en que lo extraordinario del Covid 19 debe llevar a los gobiernos y a la industria a establecer un nuevo acuerdo de cara a la búsqueda de una vacuna y un tratamiento eficaces contra esta enfermedad. Gates, genio de nuestra época, está anticipando soluciones a un problema complejo a partir de una premisa: “en cualquier crisis, los líderes tienen dos responsabilidades igualmente importantes: resolver el problema inmediato y evitar que vuelva a suceder”. Lo urgente y lo importante siempre van de la mano. Ojalá que en México las autoridades comprendan que no es un dilema sino una estrategia conjunta, de plazo inmediato y de largo plazo, lo que puede salvar vidas. Actuar en tiempo récord no es opcional, es el único camino para superar esta adversidad de proporciones aún desconocidas.

 

 

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