El ‘k-drama’ adolescente en un apocalipsis zombi: Ismael Ortiz Romero Cuevas

no me veras

Hace unos días, leía sobre la nueva serie de Netflix de manufactura surcoreana y que de verdad, me dejó muy intrigado porque el articulo decía que había superado la audiencia que tuvo en su estreno “El juego del calamar”, así que el pasado fin de semana, me dispuse a verla, misma que lleva por título “Estamos muertos”, una producción del país asiático que recorre varios subgéneros dentro de su historia y que resulta certera en su planteamiento; si te estás imaginado la forma en cómo combina esos géneros, establezco como ejemplo la cinta de 2019, “Parásitos”, que va desde la comedia, el drama, el suspenso y el horror en una misma historia. 

Pero ¿cómo hizo la producción de “Estamos muertos” para que el ya desgastado subgénero de los muertos vivientes fuera planteado de manera original? Algo que hay que reiterar de entrada es que hay que ver esta serie con toda la apertura de mente posible, ante todo, entendiendo que la estructura de los dramas surcoreanos es, en definitiva, diferente a lo que estamos acostumbrados en esta parte del planeta. Los primeros capítulos se tornan sosegados en la medida de que la serie, se toma el tiempo y suficiente, para mostrarnos las características individuales de cada personaje, asimismo, para exponer, casi de manera detallada los escenarios donde se desarrollará la historia. Y sí que se toma su tiempo, pues los primeros capítulos se extienden por más de una hora. Después, presenta lo que para este momento sería la diferencia en las historias de zombis: el escenario principal será una escuela preparatoria y los infectados, los adolescentes que ahí estudian. Así, a la hora de que el drama y la infección se propaga, ya estamos bastante familiarizados con los escenarios y los personajes. Y así, de esa manera plasma la singularidad en su trama. 

“Estamos muertos” integra dentro de su historia, situaciones de drama adolescente como los noviazgos, los amigos, las complicidades y el acoso escolar, siendo esta última, la circunstancia que desencadena el apocalipsis zombi en la península de Corea del Sur en donde está ubicada, pues, como siempre y ya es costumbre en los planteamientos de películas y series de estos seres, debe haber algo (o mucho) de crítica social. Pero, también esta producción parece que entra en problemas en dos situaciones, primero, porque la entrega de doce capítulos de más de una hora de duración, tienden a que se caiga en situaciones repetitivas, ilógicas y desesperantes, también porque al ser al más puro estilo coreano, se torna claustrofóbica a pesar de que también, tratan de explotar el atractivo físico de los protagonistas aprovechando que actualmente los surcoreanos son el prototipo de la belleza en el mundo; segundo, hay ocasiones en que pareciera que el mismo argumento se entrampa y pierde la parte central y hasta elemental de todo lo que aconteció: luchar contra la infección. 

Y digo que pareciera, porque al final de cuentas, “Estamos muertos” funciona como un drama que logra lo que se propuso: entretener y hacer una crítica social, que al final de cuentas, se traduce en que ante situaciones extremas, el comportamiento humano también se torna errático, egoísta y poco empático a lo que sucede en el entorno y los semejantes; sí, también pareciera una diatriba hacia la conducta de ciudadanos y políticos ante la pandemia actual, por eso, ese contexto de la escuela con adolescentes desesperados y temerosos que luchan contra algo, resulta una alegoría del entorno global, donde al principio de la pandemia, lo que parecía un problema menor que solo aquejaba a Wuhan, China, se convirtió en una malaventura de grandes magnitudes. Sin duda, un elemento grandioso y que se razona cuando ya hemos digerido el argumento central de la serie. 

Por ello y pese a que la estructura podría parecernos algo extraña, “Estamos muertos” es una serie efectiva en casi toda su estructura: es una tragicomedia romántica que viven adolescentes surcoreanos; pero también, porque presenta de manera certera el suspenso, el horror, la farsa y el romance, llevando todos esos géneros a convertirse en una galería del ‘gore’ en su máxima expresión cuando nos acercamos al desenlace, lo que hace que reconozcamos el mérito de hacer original, un subgénero que ha sido sobreexplotado tanto en cine como en televisión desde hace unos años.

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