Rosa Silvia García Pineda, mujer de dos siglos y la Generación Silenciosa || Alfredo Martínez de Aguilar

no me veras

* La líder de la Asociación Mujeres de Oaxaca Navegando en el Tiempo, cuyo lema es “Vivir dando, es vivir, amando”, celebró 85 años con familia y amigos, cuatro hijas, 9 nietos y 10 bisnietos, al cruzar el umbral de dos siglos y de transitar en el tercer milenio.

 

* Nació en la época donde prevalecía el pensamiento conservador, el respeto, la lealtad y la disciplina. Le tocó vivir una época tranquila, cuando por las calles oaxaqueñas nos saludábamos con cortesía. Eran los tiempos del rigor familiar, de la moral y del romanticismo.

 

 

Al cumplir 85 años, Rosa Silvia García Pineda, mujer de la Generación Silenciosa, celebró con bombo y platillos, con familia y amigos, cuatro hijas, 9 nietos y 10 bisnietos, haber cruzado el umbral de dos siglos y de transitar en el tercer milenio.

Hace cinco años, tuvo la oportunidad de dirigir un mensaje con motivo de sus ochenta años. El año pasado se volvió a festejar, a los 84 años, porque no tenía la certeza de llegar a los 85, así lo hizo festejando a su madre a sus 98, pero ella llegó a los 100 y hasta los 102.

Hoy, felizmente, la vida le brindó la oportunidad de dirigirse a familiares y amigos con motivo de sus 85 años, “dentro de mí mi edad andando”, al estilo de Neruda, continúa con su «Oda a la

Edad»: «¿Mediremos la vida por metros o kilómetros o meses? ¿Tanto desde que naces? ¿Cuánto debes andar hasta que como todos, en vez de caminarla por encima, descansemos, debajo de la tierra?»

El Prior de los Dominicos del templo de Santo Domingo de Guzmán, Fray Alejandro Latapí Díaz, O.P., ofició el Te Deum en los jardines del Deportivo San Felipe. Al cumpleaños de Rosa Silvia asistieron empresarios como Alfredo Harp Helú y las escritoras Lupita Ortiz Monasterio y Nedda Gurwitz de Anhalt.

De la mano de Chronos y Kairós, la lideresa de la Asociación Mujeres de Oaxaca Navegando en el Tiempo, cuyo lema es “Vivir dando, es vivir, amando”, ha logrado dibujar una línea de tiempo dinámica, en la cual ha navegado a su paso, a su ritmo, inserta en la vorágine de la vida.

Nació en la época de la «Generación Silenciosa», donde prevalecía el pensamiento conservador, el respeto, la lealtad y la disciplina. Llegó hasta aquí entre travesías, turbulencias y tribulaciones, pero sorteadas con alegría y optimismo. Es una mujer privilegiada al haber remontado en una década la curva de 75 años, calculada como esperanza de vida en Oaxaca.

Le tocó vivir una época tranquila, cuando por las calles nos saludábamos con cortesía. Eran los tiempos del rigor familiar, de la moral y del romanticismo. En la música era común escuchar valses, boleros y serenatas con tríos, los cuales en su época disfrutó inmensamente y aún lo sigue haciendo, entonando su sentir a la vida, a través de sus “grupos de cantada”.

Siendo hija única, la ex encargada de la Presidencia Municipal capitalina y de la asociación Empresarios y Ejecutivos de Oaxaca, fue soberana del amor de su madre y de sus abuelos, con quienes se crio. Fue educada en la mística de valores y principios, en el seno de una familia longeva, con costumbres y tradiciones arraigadas.

Cuando casó con su amado esposo, el doctor Juan José Méndez León, a quien aún extraña, lo hizo pensando en que sería para siempre. Tuvo los hijos que Dios le quiso dar y cuando Dios decidió llevarse a su reino a una de sus hijas y a su único hijo, aceptó sus designios, a pesar del dolor y aunque le costara trabajo, asimilar que una madre pudiera enterrar a sus hijos. Más de medio siglo vivió en feliz matrimonio, hasta que la muerte le separó de su compañero de vida.

Jugó los papeles de esposa y madre. De “ama de casa” salió de su casa en Matatlán, cuando se trasladaron a la ciudad de Oaxaca, donde apoyó a su esposo en la conformación de su emprendimiento hospitalario. Sus hijos fueron testigos y, luego, partícipes del esfuerzo y la disciplina que se requieren para lograr lo que se desea.

Ha visto pasar a las generaciones «Baby Boomers», X, Y, Z y Alfa y hela aquí con la emoción a flor de labio, rodeada de sus seres queridos, de sus amigas y amigos de siempre, quienes han estado con ella cuando ha requerido atemperar el dolor de pérdidas o tribulaciones diversas.

Ha sido testigo de múltiples acontecimientos, de la irrupción en la tecnología, la ciencia y el arte. Recuerda que en su casona de Matatlán, a través de una incipiente señal de televisión, le tocó ver cuando el hombre pisó la luna. Desde entonces imaginó que “un pedazo de luna en el bolsillo era mejor amuleto que la pata de conejo”, como pregonaba Jaime Sabines.

Le ha tocado ver cómo los avances tecnológicos han modificado la vida diaria, han trastocado la dimensión del tiempo y del espacio. La “Red de Redes” invadió la “Aldea Global” y es presa del asombro que le provoca la “Inteligencia Artificial”. Ha aprendido a vivir con hábitos sustentables para procurar el medio ambiente y que el agua y otros recursos nos alcancen para todos.

Su vida no ha sido un continuo de felicidad. Ha navegado en el tiempo entre encantos y desencantos. Unas veces amanezco atribulada, otras radiante, o en un remolino de emociones disonantes, entre sueños e insomnios.

Como a cualquier ser humano, le ha perseguido la felicidad y la tristeza. Las ausencias de seres entrañables que perdió son tan significativas como contar con las cuatro hijas que le sobreviven, Silvia Socorro, Dulce María, Alma Verónica y Ana Rosa e hijos políticos. Sus hijas son su fortaleza, su motivación para sacar adelante conjuntamente su fuente de trabajo y para alimentar su deseo de vivir.

Las segundas generaciones también son su motor, tiene 9 nietos y 10 bisnietos, con quienes ha aprendido a convivir en la modernidad de su entorno y a quienes procura que se les trasmitan los buenos modales y las prácticas de respeto y cordialidad.

Si tuviera que reflexionar sobre el recuento de lo vivido, sin falsa modestia se considera una mujer satisfecha, agradecida con Dios por los radiantes y claroscuros de su horizonte. Cada día de vida es una oportunidad para ser mejor, para dar y recibir.

“Soy privilegiada de contar con todos ustedes; con quienes viajaron expresamente de la ciudad de México y de otras partes de la República para acompañarme en este día. Aprecio que se hayan trasladado desde cualquier confín, surcando el cielo o por carretera, con los riesgos de trayecto”.

“Valoro la amistad y el afecto que he recibido de ustedes, los cuales alimentan mi espíritu para hacer recíprocas las muestras de cariño, recibidas en este día y a lo largo de mi vida”, subrayó emocionada antes de bailar con su nieto Juan José Méndez León.

Así que para dar paso a la fiesta que con tanto esmero y amor preparan sus hijas, cuidando cada detalle de organización y de imagen. ¡Brindó por la vida, por la amistad y por la armonía en esta celebración de sus 85 años!

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila

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