Soberbio por naturaleza. Enaltecido por quienes lo cobijaron. Seguro de sus declaraciones; antes correteado de un lado a otro. Ulises Ruiz Ortiz se rodeó de pocos y de muchos. Adentro, en la sala, quienes fueron convocados, a fuera quienes llegaron sin invitación para gritarle: ¡” asesino, asesino!”.
Desde las ventanas del salón de un hotel retumbaban a gritos y silencios, los reclamos, los reproches y el repudio. Irónico cual personaje de terror, URO lanzó una sonrisa y dijo: “antes las manifestaciones no eran tan violentas, porque les daban dinero y yo se los quité. Eran 400 millones de pesos para los dirigentes del magisterio”.
Regocijante ante los cuestionamientos, Ulises Ruiz pareció no importarle nada más que figurar en los pocos medios de comunicación convocados y otros más que llegaron al final de sus declaraciones.
"Los enfrenté conforme a la Ley, traté de que se cumpliera la ley, el gobierno federal me dejó colgado y ahora 12 años después el problema se volvió nacional”, ironizó.
El eco de las manifestaciones retumbaban con mayor fuerza, mientras él, URO, cruzaba las manos y reía ante la protesta a fuera del hotel: "los hechos del 2006 ya fueron juzgados".
Después encestó un golpe al presidente Enrique Peña Nieto al culparlo por la derrota del PRI.
Carina García
