Casi un año después de la visita del Papa Francisco a Chile, en enero pasado, que hizo explotar la crisis de la Iglesia católica local por los escándalos de pederastia, una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) muestra el desplome de la confianza de los chilenos hacia las Iglesias y organizaciones religiosas: apenas uno de cada 10 señala tenerles confianza (bajó de un 51% a un 13% en dos décadas). Desde 1998 a la fecha, en tanto, cayeron quienes se identifican con el catolicismo: si hace 20 años un 73% de declaraba de esa religión, la cifra cayó a un 69% en 2008 y a un 55% en la actualidad. Pero a diferencia de otros países como Brasil o Guatemala donde son los evangélicos quienes le han ganado terreno a la Iglesia católica, en Chile el mayor aumento se observa entre quienes no se identifican con ninguna religión, que se han triplicado en las últimas dos décadas. Hace 20 años, un 7% de la población adulta no se declaraba creyente, mientras que esa cifra sube a un 24% en la actualidad.
La pérdida de confianza hacia las iglesias y organizaciones religiosas de un país que tenía una fuerte tradición católica como Chile, donde la Iglesia interpretó un papel central en favor de los perseguidos en la dictadura de Pinochet, ha ido en paralelo al destape de casos de abusos contra menores cometidos por miembros de la institución. En el transcurso de 2018, el Papa ha llevado a cabo una histórica limpieza de la jerarquía local –ha aceptado la renuncia de siete obispos– y la Fiscalía día a día abre nuevas causas en todo el país. El Ministerio Público tramita al menos 124 casos, con 222 víctimas y 178 investigados, de los que 105 son sacerdotes y ocho son obispos.
El distanciamiento de los chilenos con la religión se observa en diferentes planos, de acuerdo con la encuesta del CEP. La mayoría considera que las autoridades religiosas no deberían tratar de influir en la forma en que votan las personas y que las Iglesias y organizaciones religiosas tienen mucho o demasiado poder. Adicionalmente, un 65% de los ciudadanos señala que tiene su propia forma de conectarse con Dios – sin confesiones ni servicios religiosos– y un 46% piensa que la religión representa el pasado y no el futuro. La visita a los templos es baja: solo un 16% señala que asiste a misa al menos una vez a la semana, mientras un 42% reconoce que no lo hace nunca.
En opinión de Ricardo González, coordinador del programa de opinión pública del CEP, la cantidad de gente que no se identifica con ninguna religión –casi uno de cada cuatro– "es uno de los cambios sociales más importantes de Chile", por su magnitud. Según el investigador, sin embargo, no representa una señal del avance de la secularización en el país: "No se observa una caída de la misma magnitud en la creencia en Dios", que se mantiene en torno al 80% en las últimas dos décadas (86% en 1998 y 80% en 2018). Para González, tampoco existe evidencia de que las personas que no se identifican con ninguna religión no tengan fe. "Muy al contrario, tanto en 1998 como en 2018, la mayoría de los desafiliados sostuvo creer en Dios, en la vida después de la muerte y en los milagros religiosos".
La encuesta CEP muestra, por ejemplo, que un 61% cree en el mal de ojo, un 56% en la virgen y un 54% en la energía espiritual localizada en montañas, lagos, árboles o cristales. Una posible explicación del aumento de chilenos que no se identifican con ninguna creencia "es el creciente rechazo de este grupo de personas a la religión organizada", indica González. Entre quienes no se sienten representados por ninguna creencia, por ejemplo, solo un 3% confía en las iglesias y organizaciones religiosas.
En línea con los resultados del CEP, según la encuesta regional Latinobarómetro de 2018 Chile es el país de la región que menos confía en la Iglesia, seguido por Uruguay, El Salvador y Argentina. Los países que mayor confianza le tienen a las instituciones religiosas, en tanto, son Paraguay, Panamá, Honduras, Venezuela y Brasil, donde en los últimos 20 años han crecido nuevas denominaciones religiosas.
El País.es