Al menos dos casos de abuso de autoridad y violencia, han sido documentados en Soledad Salinas, localidad perteneciente al Municipio de San Pedro Quiatoni en los Valles Centrales de Oaxaca.
Bajo el argumento de hacer cumplir sus normas establecidas por el Sistema de Usos y Costumbres, las autoridades municipales propician la violencia de género.
María Magdalena Martínez, una mujer de la tercera edad y discapacitada visualmente, fue despojada de un predio por su condición de mujer y porque éstas no tienen derecho de participar en asambleas, toda vez que los hombres son quienes deciden.
Su terreno fue entregado a su hijo varón bajo el argumento de que es hombre y puede participar en las reuniones generales en donde se toman decisiones importantes para la comunidad y en la cual las féminas no son citadas, mucho menos escuchadas.
La mujer también fue víctima de abucheos y de desprecio durante la asamblea donde se determinó despojarla de su bien, ante ello acudió a la Procuraduría Agraria en la capital oaxaqueña para dar a conocer su caso y hacer justicia.
Sin embargo, los comuneros presentaron una supuesta acta de asamblea en donde especificaron que no tenía derechos sobre el predio y que se actuó bajo los lineamientos de los Sistemas Normativos Internos.
Por lo que evidenciaron así el desconocimiento de sus obligaciones y responsabilidades como autoridad local, de hacer respetar los derechos humanos e impartir justicia de manera objetiva.
En febrero pasado, en esa comunidad y en asamblea general juzgaron y sancionaron a dos jóvenes por el delito de robo, en donde se determinó golpear a uno y al otro ahorcarlo, después de que uno confesó la inocencia de su compañero, fue liberado sin cargos.
Estos casos se repiten en muchas comunidades que se rigen por el Sistema Normativo Interno en Oaxaca, el abuso de autoridad es evidente, juzgan sin ser la instancia competente; es necesaria una intervención urgente ante estos casos, porque no se puede continuar violando el derecho individual de las personas y mucho menos tolerar la injusticia.
Carina García