Gobernadores y generales, en nómina de sobornos: ‘Rey’ Zambada

no me veras

“Ahí está el general Toledano, es mi amigo… dale 100 mil dólares y dile que se los mando regalar y que le mando un abrazo”, fue la instrucción de Joaquín El Chapo Guzmán Loera a Jesús El Rey Zambada, quien ante un tribunal federal en esta ciudad ofreció infinidad de detalles acerca de las operaciones del cártel de Sinaloa, incluidos los sobornos a mandos militares y policiacos de México.

En el tercer día del juicio contra El Chapo, la fiscalía guio el interrogatorio de Jesús Zambada, uno de sus testigos estrella, quien durante su segundo día en el estrado de los testigos abundó sobre las operaciones del cártel bajo el mando, según él, de su hermano, Ismael El Mayo Zambada, y Guzmán Loera, que incluían la práctica constante de sobornar a funcionarios, militares y policías.

Zambada declaró que entre los sobornos que hizo en nombre de El Chapo, uno fue en 2004 a un general (de apellido) Toledano, quien estaba trabajando en la plaza de Guerrero, en Chilpancingo, para facilitar el traslado de cocaína por ese estado. “Platiqué con El Chapo y con mi hermano El Mayo…” y junto con la instrucción de entregar los 100 mil dólares y el abrazo, me dijeron que le informara que yo iba a trabajar en el estado.

Agregó que los pagos al gobierno por su cártel incluían a comandantes de la Procuraduría General de la República (PGR) –“uno que llamábamos El Yanqui–, a la Policía Federal de Caminos, a la Policía Judicial, a la Policía del Distrito Federal y a la Interpol”. A escala estatal, se le pagaba a gobernadores, al procurador y a la policía judicial y municipal.

Los sobornos a los más altos niveles los manejaban directamente El Mayo y El Chapo, y conocía de casos donde se habían pagado un millón de dólares al director de la PGR, al licenciado y otros 500 mil dólares como a un general.

En Ciudad de México –plaza que Jesús Zambada dice que la manejaba él– se gastaba unos 300 mil dólares al mes en sobornos a las autoridades.

Con un mapa de México proyectado en una pantalla para los 12 integrantes del jurado y sus seis alternos, una de las fiscales asistentes encargada del interrogatorio de Zambada trazó las plazas que controlaba el cártel de Sinaloa, y bajo el mando de cuál jefe o subjefe estaban.

Zambada señaló que durante los 20 años que participó en el cártel fue cambiando. Indicó que líderes como Juan José El Azul Esparragoza, los hermanos Beltrán Leyva, El Mayo y El Chapo, Amado Carrillo Fuentes y otros manejaban varios estados bajo el control de lo que primero se llamaba La Federación y después pasó a ser el cártel de Sinaloa.

Entre ellos la tierra de El Chapo y su hermano en Sinaloa y el llamado Triángulo Dorado, así como Jalisco, Quintana Roo, Guerrero, Nayarit, Tabasco, Chiapas, Baja California Sur, Sonora, Morelos y Ciudad de México.

Habló también acerca de las guerras entre cárteles y capos, como la sangrienta disputa entre los hermanos Arellano Félix y el cártel de Sinaloa, que casi le costó la vida a él, a su sobrino, Vicente Zambada, y al propio Chapo.

Explicó el intento de Ramón Arellano de asesinar a Guzmán Loera en el aeropuerto de Guadalajara, en 1993, donde resultó muerto por confusión el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Recordó que El Chapo fue acusado del crimen y huyó sólo para ser capturado en Guatemala, y extraditado y encarcelado en México.

Jesús Zambada afirmó que él colaboró con El Mayo en la fuga de El Chapo del penal de Puente Grande y fue cuando lo conoció en persona.

Sostuvo que él se encargó no sólo de encontrar un lugar seguro –en Querétaro– para que aterrizara un helicóptero con El Chapo prófugo, sino que lo llevó a su casa en Ciudad de México. Explicó que Guzmán Loera estaba nervioso por temor de ser interceptado, pero al llegar a los límites de la ciudad, hasta donde una moto y una patrulla de la policía capitalina los escoltó, Jesús Zambada le dijo: No se preocupe, esta es nuestra gente.

Se refirió al método para el traslado de cocaína y otras drogas por la frontera con Estados Unidos, primero en tanques de gas y después en camionetas y tractocamiones, por tren y finalmente por los famosos túneles de El Chapo. Pero también usaron las vías marítimas que detalló el miércoles y el comercio de otras drogas, como heroína y efedrina

El Rey Zambada ofreció detalles del uso de la fuerza para imponer y mantener el control de las plazas del cártel, de las órdenes de los líderes a sicarios para asesinar a sus enemigos.

Fue obligado a explicar que después de su arresto en México en 2008 y su extradición a Estados Unidos en 2012, negoció un acuerdo con los fiscales para ser testigo cooperante en este juicio, y que a cambio de declararse culpable de cargos de narcotráfico y su testimonio en este caso, la fiscalía entregará una carta al juez encargado de su caso en la que informará de su cooperación con el gobierno antes de determinar y emitir su condena; también logró obtener una visa y el traslado a Estados Unidos de su familia.

Dijo que su apodo, El Rey, me lo gané cuando nací, pues le pusieron Jesús y su padre dijo que había nacido El Rey. Explicó que su esposa Paty lo acompañaba casi a todo, incluidas las reuniones entre los jefes y subjefes del cártel en varias partes de México, en las cuales se discutía desde qué hacer con las guerras contra otros cárteles hasta los bautizos del hijo del pistolero más temido de El Chapo.

El juicio de Guzmán Loera se reiniciará el lunes. Ese día Jesús Zambada será interrogado por los abogados de la defensa, quienes tratarán de poner en duda su narrativa de que El Chapo era líder supremo, junto con su hermano Ismael, del cártel de Sinaloa.

Guzmán, vestido con un traje azul, miró fijamente a su ex amigo y socio mientras éste lo traicionaba. Y como siempre, sus ojos giraban una y otra vez hacia su esposa, Emma Coronel, sentada entre el público y los periodistas que acudieron a ver a quien los fiscales afirman que es uno de los criminales más peligrosos del mundo.

Fuente: jornada.com

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