En un video que se filtró a los medios y se pudo ver en las redes sociales, Juan Carlos “N”, el llamado “monstruo de Ecatepec”, narra que una mujer abusó sexualmente de él en la infancia, y que en esa etapa observaba cómo su madre tenía relaciones sexuales con varios hombres.
De acuerdo con el estudio de la UNESCO La atención y educación de la primera infancia, en esa etapa tiene lugar un momento único del crecimiento, en el que el cerebro se desarrolla y permite que los niños tengan mayor influencia de sus entornos y contextos.
“Hay que recordar que durante la primera infancia las condiciones adversas y de estrés pueden ocasionar alteraciones que perduran toda la vida, haciendo que los sujetos tengan una predisposición a conductas ansiosas; por ejemplo, pueden ser más susceptibles de presentar trastornos de depresión mayor y se puede disparar una patología sociopática”, explica a Proceso Hugo Sánchez Castillo, doctor en neurociencia por la UNAM.
De entrada, Sánchez Castillo critica la forma en que Juan Carlos “N” fue entrevistado, pues no se cumplió con el protocolo: el entrevistador ni siquiera lo miró de frente para estudiar gestos y expresiones, además de que el lugar no era el adecuado ya que hubo factores exógenos, como gente alrededor del homicida.
El especialista señala: “La primera infancia se vuelve un factor sumamente importante y actualmente sabemos que las alteraciones que vive el sistema nervioso central a partir de todas las traumatizaciones son las que van a acompañar al sujeto a lo largo de su vida; incluso pueden resultar, sumadas a un segundo evento, como una patología mayor, como un trauma complejo, como un trauma de neurodesarrollo, que es lo que nos podemos encontrar en el hombre”.
Un momento clave en su declaración es la referencia a la caída que tuvo a los 10 años, que derivó en una lesión cerebral al estrellar su cabeza contra el piso, ya que pudo haber sido el “gatillo” que potenció su odio a las mujeres.
“Esa condición de trauma del neurodesarrollo puede afectar al sistema nervioso central y como consecuencia, un evento posterior, que en este caso puede ser otro evento traumático o incluso un golpe o un accidente vascular, sea un ‘estímulo gatillo’.
“Este ‘estímulo gatillo’ lo que hace es permitir que una enfermedad, incluso una psicopatía, se establezca de manera más contundente, mientras él empieza a despertar”, apunta el también presidente de la Sociedad Iberoamericana de Neurociencia Aplicada.
Juan Carlos “N” declaró en el video: “Era de lento aprendizaje, pero después de que me caí de la escalera iba con puro 10. No sé si se me inflamó el pinche cerebro, pero después de ese momento… perfección en la escuela. Me daba cuenta de cosas que muchos niños no se dan cuenta a esa edad”.
Para Sánchez Castillo “lo único que está quedando muy claro es que esto fue el ‘estímulo gatillo’ que permite que su conducta se sociopatice totalmente”.
–¿Qué nos dice el hecho de que no muestra arrepentimiento? –se le pregunta al también profesor de la Facultad de Psicología y jefe del Laboratorio de Neuropsicofarmacología y Estimación Temporal.
–La condición sociopática incluye disfunciones al nivel de la corteza prefrontal, lo que nos permite ver los sistemas de cuestión prospectiva, empática, y que la ponderación en cuanto a lo bueno y lo malo no existe. El sujeto no va a mostrar empatía con las víctimas, no le va a causar remordimiento.
“Sus víctimas eran conocidos suyos”, agrega. “Se llevaba bien con las personas; pero cuando realiza el asesinato no le importa, lo disfruta, pese a que conocía a las personas. Es decir, si eres una persona normal, eres empática, porque se trata de conocidos tuyos, porque eso lo determinas en términos de lo que está bien y lo que está mal”.
Sobre el hecho de que descuartizaba a sus víctimas, Sánchez deduce que “el asesino empieza literalmente a explayarse en su conducta, a pasear a sus víctimas en su carriola, a pasearse ‘con trofeos’, a guardarlas en el refrigerador. No solamente es parte de su condición de sociópata, de la enfermedad que presenta el paciente, sino también del tejido social descompuesto”.
Va más allá: “Lo cierto es que encontró una forma en que su condición patológica se satisfacía y empezó a sentirse mejor. Disfrutaba matar y descuartizar; era muy feliz, se sentía muy bien. Entonces encuentra una satisfacción en los actos y esto lo vuelve confortante y lo repite una y otra vez”.
–¿Es un asesino serial?
–Los asesinos seriales van poniendo su metodología, van haciéndolo de forma constante en periodos de tiempo que permiten determinar la forma específica de trabajar. Por lo poco que se puede ver se puede asumir que se trata de un asesino serial; sin embargo, necesita todo un análisis pericial y criminalístico para poderlo saber. Tienen que concordar la temporalidad y metodología; si no, se puede tratar de un homicida múltiple.
Este texto se publicó el 14 de octubre de 2018 en la edición 2189 de la revista Proceso.
Fuente: proceso.com