A él le sudaban las manos cada vez que se acercaba la hora de la cita. A ella se le iba la respiración no más al pensar que lo volvería a tener bien cerquita. Esta emoción se les repetía antes de cada encuentro. Un día ya no aguantaron la desesperación, pues querían tocarse, verse, pues…
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El amor sí existe: Horacio Corro Espinosa
