Primer año de gobierno: Luis Murat

no me veras

Se ha cumplido el primer año de gobierno del Presidente Lopez Obrador, no sin turbulencias que él mismo reconoce como difíciles como fueron la explosión del oleoducto el 18 de enero en Tlahuelilpan, tragedia que cegó la vida de cientos de personas; otro caso fue el combate contra el robo de combustible y la escasez de gasolinas en varios estados del país y el problema de la distribución que obligó a la compra de camiones tanque (pipas) para surtir las gasolinas a las estaciones de servicio difíciles; la amenaza del Presidente Trump, en el sentido de aplicar tarifas arancelarias contra México, que forzó al gobierno mexicano a enviar cientos de tropas a las fronteras sur y norte, a fin de recuperar el control de sus fronteras y detener la ola de centroamericanos, caribeños y africanos que rebasaron la frontera sur al no haber control migratorio alguno.

El resultado de esta acción fue que Mr. Trump logró su propósito consistente en asustar al gobierno del Presidente de México; la pifia de Culiacán del 17 de octubre, que hizo trizas la credibilidad de las autoridades de Seguridad Nacional debido al protagónico y pésimo manejo de la situación del titular de la Secretaria de Seguridad, Alfonso Durazo, y las declaraciones contradictorias emitidas a los medios por las ansias de ganar la nota en las primeras planas de los diarios. El resultado del “culiacanazo” fue lamentable para el gobierno del Presidente al admitir que los criminales habían superado a las fuerzas nacionales en el uso de la fuerza al tener mayor y mejor capacidad de fuego; y que se había optado por evitar mayor fuerza destructiva contra los narcos y no causar mayor daño y terror a la población del Municipio de Culiacán. El caso terminó en que las autoridades mexicanas dejaron en libertad a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquin, El Chapo Guzmán; otro hecho fue la barbarie cometida contra nueve miembros de la familia Le Baron en Bavispe, Sonora, crimen inaudito de tres mujeres y seis niños asesinados a mansalva, e incinerados en el auto familiar en el que viajaban aquel fatídico 4 de noviembre. Las repercusiones de este acto de terror, que han repercutido fuertemente en el ánimo de la nación y llegado a niveles paranoicos que rebasan la razón. Hemos escuchado a funcionarios y legisladores que claman: “la soberanía de la República está en peligro ante una posible invasión de las fuerzas armadas estadounidenses”. “…en estos días aciagos y en peligro de invasión de los ejércitos estadounidenses los mexicanos debemos estar unidos en torno al Presidente.”

Las autoridades gubernamentales insisten en declarar en que los narcos no son terroristas, pero fue el Canciller, Marcelo Ebrard, el primero en calificar al asesino de El Paso, Texas, como terrorista, que exigió al Presidente Trump, castigo para el asesino de connacionales: otro evento difícil y discutido fue conceder asilo humanitario a Evo Morales, quien fue destituido mediante un golpe de estado en Bolivia.

El ruido que se hizo con la estancia de Evo Morales en México fue causado por la actividad política del ex presidente acudiendo a conferencias, ruedas de prensa, reuniones públicas en restaurantes y cafeterías, y por los reconocimientos políticos extravagantes de las mismas autoridades mexicanas, condecorándolo, colgándole medallitas y fotografiándose con el “héroe boliviano”, que intentó gobernar un cuarto periodo al frente del gobierno de Bolivia haciendo trastupijes en el referéndum electoral.

Concluyendo, el Presidente, a pesar de las dificultades mencionadas, ha finalizado el primer año de su gobierno con aceptación popular que lo favorece, pero solo a él y no a su gobierno, pues es del todo equivocado el criterio presidencial en el sentido de que la honestidad vale más que la experiencia y el conocimiento. Las dos virtudes deben valer igual, pero las dos al 100 por ciento.

De ahí, que la experiencia y la capacidad, virtudes descalificadas por el Presidente esté dando magros resultados en la administración en general de su gobierno, como es el cero crecimiento de la economía; el aumento de la violencia, la división de la nación, las descalificaciones constantes que aumentan los enfrentamientos con las diferentes corrientes políticas; la falta de medicinas y el mediocre servicio de salud en todo el país, la inmunidad de los carteles de la droga; la falta de inversión externa e interna; la necedad de borrar todo lo anteriormente construido, insistencia que conduce al retroceso.

Por último, el Presidente inicia el segundo año de gobierno, en el que será necesario obtener avances notorios en las políticas internas, descartando la paranoia en la política externa, a fin de no estar imaginando y soñando con marines desembarcando en las costas mexicanas para saquear los tesoros.

Seamos serios y entendamos, que Mr. Trump esta jugando su reelección y enfrentando, al mismo tiempo, un posible juicio político, de tal suerte, que prender un infiernillo en el exterior lo ayuda a distraer la difícil atención pública interna.

@luis_murat

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